Textos Claves: 1 Corintios 12:1-11; 1 Corintios 12:12-22, Romanos 12:3-8, Efesios 4:7-16.
Por: Josué Vera Guzmán
Los dones espirituales están íntimamente relacionados con el ministerio del Espíritu Santo. La razón por la cual las Escrituras los llaman dones “espirituales” es porque son dones, habilidades o talentos impartidos por el Espíritu Santo a cada creyente para la gloria de Dios. Los dones espirituales son dados por el Espíritu para que no nos glorifiquemos a nosotros mismos. No deben usarse en exhibicionismo egoísta para mostrar cuán talentosos somos o para llamar la atención sobre nosotros mismos. Entendidos correctamente, todos los dones impartidos por el Espíritu Santo se dan con dos propósitos esenciales: nutrir o fortalecer el cuerpo de Cristo y cumplir la misión de Cristo de alcanzar el mundo con el evangelio.
Pablo compara a los miembros de la iglesia con los miembros del cuerpo humano, igualando a la iglesia con el cuerpo de Cristo (1ª de Corintios 12:12-27).
Al igual que en el cuerpo no existen miembros sin función, en la iglesia no existen miembros sin dones.
La iglesia está unida en los sagrados vínculos del compañerismo a fin de que cada miembro se beneficie de la influencia de los demás. Todos deben unirse al pacto de amor y armonía que existe. Los principios y las gracias cristianas de toda la sociedad de creyentes han de comunicar fortaleza y poder en una acción armoniosa. Cada creyente debe beneficiarse y progresar por la influencia refinadora y transformadora de las variadas capacidades de otros miembros, para que las cosas que falten en uno puedan ser más abundantemente desplegadas en otro. Todos los miembros deben acercarse el uno al otro, para que la iglesia llegue a ser un espectáculo ante el mundo, ante los ángeles y ante los hombres (Mensajes selectos, t. 3, pp. 15, 16).
Cada uno recibe, al menos, un don espiritual que debe usar en unión con los demás miembros para compartir el amor de Cristo y su verdad con el mundo.
No hay don prescindible ni miembro inútil. En esta obra, el que predica a multitudes es tan valioso como el que ora en silencio.
B. ¿Quién otorga los dones espirituales?
La Biblia nos dice que todo don perfecto procede de Dios y que, en la persona del Espíritu Santo, nos los concede a cada uno como Él quiere (Santiago 1:17).
¿Por qué no podemos elegir nosotros los dones que queremos tener y utilizar?
Cuando entregamos nuestro corazón a Jesús, Dios nos otorga dones específicos que Él sabe que la iglesia va a necesitar para su crecimiento.
Recuerde que Dios puede emplear a todos sus hijos si están dispuestos a entregarse a él. Tiene un lugar y una tarea para cada cual. Hay muchos, entre los cuales se encuentra usted, que no creen que sea posible que Dios los pueda usar. No piense más en ello. Usted puede hacer su humilde tarea de tal manera que glorifique a Dios (Cada día con Dios, p. 241).
C. ¿Para qué sirven los dones espirituales?
En Romanos 12:6-8, 1 de Corintios 12:8-10, 28-30 y Efesios 4:11 tenemos varias listas de dones específicos otorgados a los primeros creyentes.
A estos primeros dones, hoy podemos añadir otros como la edición de imágenes y vídeo, pilotar aviones, etc.
Los dones espirituales no son talentos naturales, aunque éstos puedes ser santificados por el Espíritu Santo y utilizados en el servicio a Cristo (convirtiéndose así en dones espirituales).
Cristo envía su luz a los que mantienen abiertas hacia el cielo las ventanas del alma. Mediante la influencia del Espíritu Santo realizan las obras de Dios. El que se aproxima más a la obediencia de la ley divina prestará un mayor servicio a Dios. El que sigue a Cristo, obrando de acuerdo con su bondad, su compasión, su amor por la familia humana, será aceptado por Dios como un obrero juntamente con él. El tal no se contentará con permanecer en un nivel bajo de espiritualidad. Constantemente tratará de alcanzar un nivel más elevado (Nuestra elevada vocación, p. 184).
D. ¿Cómo saber qué dones espirituales tengo?
Todos recibimos dones… pero ¿cuáles tengo?
La mejor forma de descubrirlos es ponernos “manos a la obra”: participar en actividades concretas dentro de un ministerio y comprobar si hemos sido capacitados para esa obra o no. Definamos conceptos:
— Dones: Cualidades especiales (Ej: facilidad para enseñar).
— Ministerios: Áreas generales de servicio (Ej: escuela sabática).
— Actividades: Eventos específicos (Ej: dirigir una clase de escuela sabática).
Dios puede emplear a cada cual en la medida en que pueda poner su Espíritu en el templo del alma. Aceptará la obra que refleje su imagen. Sus discípulos han de llevar, como credenciales ante el mundo, las indelebles características de sus principios inmortales (El ministerio de curación, pp. 24, 25)
En la parábola de los talentos, Jesús explica que, aunque todos reciben dones, unos reciben más que otros (Mateo 25:14-30).
Pero éste es solo el punto de partida. Una vez recibidos, podemos “negociar” con nuestros dones.
Los que ocultan sus talentos hasta que se herrumbran por falta de uso, no deben pensar que esa acción los alivia de responsabilidad, porque Dios nos considera responsables del bien que podríamos hacer si tomamos el yugo con Cristo, levantando sus cargas, aprendiendo cada día más de su mansedumbre y humildad de corazón. El interés de los talentos sepultados sigue acumulándose, y en lugar de disminuir nuestra responsabilidad, la aumenta e intensifica (A fin de conocerle, p. 325).
Conforme vayamos usándolos, éstos se acrecentarán e incluso recibiremos nuevos dones. Pero cuidado, si no usamos nuestros dones, los perdemos.
Pidamos a Dios que nos muestre nuestros dones y en qué áreas podemos usarlos. No importa tanto cuántos dones tenemos sino qué hacemos con los que tenemos.
Conclusión
La conversión trae cambios en nuestras vidas. Anhelamos revelar diariamente las cualidades de una vida cristiana. El Espíritu Santo amplifica y expande esas cualidades, y al hacerlo, algunas de estas cualidades se convierten en nuestro canal de servicio en la iglesia de Cristo. A veces, imparte cualidades totalmente nuevas como dones espirituales, para que podamos descubrir nuestro papel más satisfactorio y productivo en el cuerpo de Cristo. Como dice el apóstol Pablo, esto hace que “todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efe. 4:16).
No hay comentarios:
Publicar un comentario