Compartir la palabra


    La Palabra inspirada de Dios contiene principios que dan vida. Cuando las enseñanzas de las Escrituras centradas en Cristo son aceptadas por la fe, nuestra vida se transforma. El poder creador de la Palabra de Dios ilumina nuestra oscuridad. Nos cambia. Jesús es el gran hacedor de milagros. Él es el cambiador de vidas. Debido a que él está en el centro de toda enseñanza bíblica, como el apóstol Pablo expresa tan claramente, “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). Jesús agrega: “las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida” (Juan 6:63).

A.       ¿Cómo se describe la Biblia a sí misma? 

Símbolos

En la propia Biblia encontramos diversos símbolos a través de los cuales descubrimos algunas de sus cualidades. 

Luz. Salmo 119:105. Las mentes oscurecidas son iluminadas. 

Fuego. Jeremías 23:29a. Consume la escoria de nuestro pecado. 

Martillo. Jeremías 23:29b. Rompe nuestros duros corazones. 

Semilla. Lucas 8:11. Implanta en nosotros vida que da fruto para el Reino de Dios. 

Pan. Mateo 4:4. Satisface el hambre del alma y nutre nuestro espíritu. 

Al escudriñarla, la vida será transformada por su bondad, encantada por su amor, asombrada por su gracia y satisfecha por su presencia.

La palabra de Dios es la simiente. Cada semilla tiene en sí un poder germinador. En ella está encerrada la vida de la planta. Así hay vida en la palabra de Dios. Cristo dice: «Las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida». Juan 6:63. «El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna». Juan 5:24. En cada mandamiento y en cada promesa de la Palabra de Dios se halla el poder, la vida misma de Dios, por medio de los cuales pueden cumplirse el mandamiento y la promesa. Aquel que por la fe recibe la palabra, está recibiendo la misma vida y carácter de Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 20).

 

Su poder creador.

El mismo poder de la Palabra Creadora de Dios reside en su Palabra Escrita, la Biblia. El mismo Espíritu que estuvo activo en la Creación estuvo activo en la inspiración de las Escrituras.

La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente el que la tierra continúe su movimiento en derredor del sol año tras año, y produzca sus bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos (Exaltad a Jesús, pp. 60, 61 ).

Cuando leemos la Biblia permitiendo que el Espíritu Santo actúe en nuestra vida, tiene el poder de hacer de nosotros una nueva creación.

Cuando ayudamos a otros a comprender su contenido, el Espíritu Santo también cambiará sus vidas.


Cuando las personas están pasando por una transición en su vida, es más proba- ble que estén abiertas al evangelio. Pueden estar enfrentando desafíos de salud, una crisis laboral, un problema de relación o alguna otra dificultad. Pide a Dios que te ayude a ser sensible a las personas que te rodean y que te brinde la sabiduría para discernir su apertura a la Palabra de Dios.


B.       ¿Qué podemos hacer con la Biblia?

Obtener sus beneficios.

¿Cuáles son algunos de los muchos beneficios que la Biblia aporta a nuestra vida?

2ª de Pedro 1:4. Nos hace participar de la naturaleza divina.

Santiago 1:21. Salva nuestras almas.

Hechos 20:32. Nos da una herencia entre los santificados.

2ª de Timoteo 3:15, 17. Nos hace sabios, perfectos y preparados para toda buena obra.

2ª de Timoteo 3:16.
  • Enseña. Revela la verdad y expone el error.
  • Redarguye. Reprende nuestros pecados.
  • Corrige. Modifica nuestros errores.
  • Instruye. Nos revela la justicia de Cristo.
El Señor ha dado sus santos mandamientos para que sean una muralla de protección en torno de sus seres creados, y los que deseen preservarse de la contaminación de apetitos y pasiones, pueden llegar a ser participantes de la naturaleza divina (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1119).

Creer en sus promesas. 

A través de las promesas bíblicas podemos ver la preocupación de Dios por nuestras necesidades físicas y espirituales.

Pero las promesas no son incondicionales. La falta de fe puede anularlas (Hebreos 4:2).

Cuando por fe reclamamos las promesas de la Palabra de Dios y las creemos porque Cristo lo ha prometido, las bendiciones de esas promesas se hacen nuestras.

El que ha entregado su vida a Dios para socorrer a los hijos de él se une a Aquel que dispone de todos los recursos del universo. Su vida queda ligada a la vida de Dios por la áurea cadena de promesas inmutables. El Señor no lo abandonará en la hora de aflicción o de necesidad. «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». Y en la hora de necesidad final, los compasivos se refugiarán en la misericordia del clemente Salvador y serán recibidos en las moradas eternas (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 24, 25).


Compartirla.

Isaías 50:4. Al estudiar la Biblia cada día, Dios “despierta” nuestro oído y nos da sabiduría. También nos da “lengua de sabios” para que podamos compartir las buenas nuevas con los demás.

La Palabra de Dios atesorada en nuestro corazón no puede quedar encerrada. El gozo de la salvación nos lleva a aprovechar toda oportunidad para compartir el mensaje con aquellos que aún no lo conocen.

A cada uno de ellos le toca cumplir este consejo: «Reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina». 2 Timoteo 4:2. Deben trabajar en lugar de Cristo como dispensadores de los misterios del cielo, animando a los obedientes y amonestando a los desobedientes… No les toca pronunciar sus propias palabras, sino las que les ordenó decir Uno mayor que los potentados de la tierra (Profetas y reyes, p. 104).

Conclusión
Lo sorprendente de la Palabra de Dios es que lleva consigo el poder de lograr lo que declara. La Palabra de Dios es una Palabra viva. Otros libros pueden ser inspiradores, pero la Biblia está inspirada y contiene el poder del Dador de la vida. No contiene simplemente la verdad, es Verdad en su misma esencia. Las verdades vivas de la Biblia no solo declaran lo que es así, sino también logran lo que declaran en la vida de los que creen. (Ver Hebreos 3:19; 4:
12.)

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