Textos Claves: 2 Pedro 3:15, 16; 2 Timoteo 2:15; 1 Timoteo 4:16; 1 Crónicas 29:17; Proverbios 2:7; Santiago 4:6; Gálatas 6:9.
Por: Josué Vera Guzmán
La forma en que abordamos pasajes difíciles no solo revela mucho acerca de nuestra actitud hacia las Escrituras; también muestra cuán serios somos en nuestra búsqueda de respuestas. La cantidad de tiempo y energía mental que invertimos para abordar las dificultades, tratando de encontrar soluciones que sean fieles a la Escritura, revela cuán importante es la Escritura para nosotros y cuán importante es encontrar respuestas para nosotros.
Al analizar las cartas del apóstol Pablo, Pedro escribe que, en ellas y en algunos otros lugares de las Escrituras, hay algunas cosas “difíciles de entender”. “Los indoctos e inconstantes” (2 Ped. 3:16) tuercen o distorsionan estas palabras para su propia destrucción. Pedro no dice que todas las cosas sean difíciles de entender, sino solo algunas.
A Lógica.
Contradicciones
— ¿A cuántos ciegos sanó Jesús en Jericó (Mt. 20:30; Mr. 10:46)? ¿Cuántos endemoniados había en Gadara (Mt. 8:28; Lc. 8:27)? ¿Quién tentó a David a censar al pueblo (2S. 24:1; 1Cr. 21:1)?
— Una buena parte de las contradicciones de las que se acusa a la Biblia se encuentran en relatos paralelos.
— La lógica nos dice que dos personas, incluso si ambas son testigos presenciales de un hecho, no presentarán nunca un relato idéntico. A cada uno le llamaron la atención detalles distintos. Por ello, habrá diferencias entre las dos narraciones.
Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones al testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un indicio de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas. Los que desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitamos toda oportunidad de ser incrédulos. Él da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia». «Dios da suficiente evidencia para que pueda creer el espíritu sincero; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su fe (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 633).
Errores de Copia
— Uno de los errores más evidentes de copia lo encontramos en algunas traducciones de 1ª de Juan 5:7-8. En este caso, el comentario marginal de un copista fue incluido por otros copistas como si fuese parte del texto original.
Errores de traducción
— A veces, un error de copista puede llevar a errores de traducción, como ha ocurrido con el texto de Apocalipsis 22:14.
— Algunos manuscritos griegos usan unas palabras (HOIPOIOUNTESTASENTOLAS) que se traducen como “Los que guardan sus mandamientos” (RV1909), y otros otras (HOIPLUNONTESTASSTOLAS) que se traducen como “Los que lavan sus ropas” (NVI).
— Debemos consultar pasajes similares para poder clarificar su correcta interpretación. Recordemos que estos errores son de origen humano y no tienen nada que ver con la inspiración divina de la Biblia.
Algunas discrepancias en las Escrituras podrían deberse a errores menores de copistas o traductores. Elena de White declaró:
“Algunos nos miran serios y dicen: ‘¿No creen que pudo haber habido algún error de copista o traductor?’ Todo es probable, y los que son tan estrechos para vacilar y tropezar en esa posibilidad o probabilidad también estarán listos para tropezar en los misterios de la Palabra inspirada, porque su mente débil no puede discernir los propósitos de Dios. Sí, tropezarían con la misma facilidad en los claros hechos que acepta la mente común que discierne lo divino, y para la cual las declaraciones de Dios son claras y bellas, llenas de meollo y grosura. Todos los errores no ocasionarán dificultad a un alma ni harán que ningún pie tropiece, a menos que se trate de alguien que elaboraría dificultades de la más sencilla verdad revelada” (MS 1:18, 19).
B Honestidad.
En ocasiones, encontramos pasajes que no podemos comprender, o que no podemos explicar a aquél que nos pregunta acerca de ellos.
En estos casos debemos ser honestos y reconocer nuestra incapacidad para resolver el problema.
Es un grave error intentar dar una explicación como cierta, conscientes de que puede ser errónea. Peor aún es presentar una interpretación propia con la intención de engañar o hacer creer a otras personas algo que sabemos que el texto no dice.
Tengan cuidado al interpretar las Escrituras. Léanlas con el corazón abierto a la influencia de la Palabra de Dios, y entonces esta traerá luz del cielo y dará entendimiento a los simples. No me refiero a los retardados mentales, sino a los que se extralimitan en su anhelo de ser originales e independientes con el fin de lograr un conocimiento que supere el verdadero conocimiento (Cada día con Dios, p. 41).
C Humildad.
¿Qué ocurre cuando descubrimos que ciertos pasajes bíblicos no están de acuerdo con lo que nosotros creemos que es la verdad? ¿Y si estos pasajes nos dicen que lo que estamos haciendo es pecado?
Un espíritu orgulloso nos llevará a procurar tener la razón a toda costa. Buscaremos cualquier explicación, por retorcida que sea, para que esos pasajes armonicen con nuestra “verdad”, o nos eximan de aceptar nuestro pecado.
Sin embargo, un espíritu humilde nos ayudará a aceptar la verdad tal como la Biblia nos la transmite, y a poner nuestra vida de acuerdo con ello.
Progresaremos en el verdadero conocimiento espiritual tan solo en la medida en que comprendamos nuestra propia pequeñez y nuestra entera dependencia de Dios; pero todos los que acudan a la Biblia con un espíritu dispuesto a ser enseñado y a orar, para estudiar sus declaraciones como Palabra de Dios, recibirán iluminación divina. Hay muchas cosas aparentemente difíciles u oscuras, que Dios hará claras y sencillas para los que traten así de comprenderlas (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 658, 659)
D Perseverancia.
A algunos textos difíciles les debemos dedicar tiempo y estudio perseverante. Incluso puede que debamos dejarlos “descansar” un tiempo hasta que Dios nos dé más luz para poder entenderlos.
Recuerda que el tiempo que dedicamos a un asunto es directamente proporcional al interés que tengamos por él. Por lo tanto, sé persistente y paciente en tu estudio de la Biblia.
Nuestra vida ha de emplearse en un solemne servicio en favor del Maestro. Somos los siervos del Señor. Los miembros de la iglesia de Cristo han de ser ejemplos de una vida de servicio, una vida de completa obediencia a nuestro gran Ejemplo (Hijos e hijas de Dios, p. 267).
E Oración.
Cuando no entendamos algún versículo podemos preguntárselo directamente al autor. Dios nos dejó un medio para comunicarnos con Él: la oración.
Nunca deberíamos estudiar nuestra Biblia sin oración, dejándole al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad (Juan 16:13).
Se necesita la oración en la vida del hogar, en la vida de la iglesia, en la vida misionera. Se entiende solo débilmente la eficacia de la oración ferviente. Si la iglesia fuera fiel en la oración, no se la encontraría descuidada en tantas cosas, pues la fidelidad en implorar a Dios dará ricos resultados.Cuando la iglesia despierte al sentido de su santa vocación, mucho más fervientes y efectivas oraciones ascenderán al cielo para que el Espíritu Santo indique la obra y el deber del pueblo de Dios acerca de la salvación de las almas. Tenemos la promesa permanente de que Dios se acercará a toda alma que lo busque (Mensajes selectos, t. 1, p. 136).
Muchos de los llamados errores no son resultado de la revelación de Dios, sino de nuestras malas interpretaciones. No surgen de ninguna oscuridad de la Biblia sino de la ceguera y el prejuicio del intérprete. Sin embargo, hay algunas dificultades bíblicas que desafían las soluciones rápidas. Son difíciles de entender, incluso para la persona más honesta y decidida. Pero el hecho de que yo no haya encontrado una solución a un problema en particular no significa que no haya ninguna solución. Es muy probable que otros que estudian la Biblia cuidadosamente hayan luchado con la misma dificultad mucho antes que yo, y probablemente haya una respuesta, por más que yo no sea consciente de ello.
Pero también podemos experimentar lo mismo que Daniel cuando se encontró con pasajes de las Escrituras que no entendía. Él oró (ver Dan. 8:27–9:27). Al arrodillarnos, podemos obtener una perspectiva completamente nueva sobre algunos problemas.
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