Por: Josué Vera Guzmán
Los primeros cristianos del Nuevo Testamento leían Hebreos como una carta del apóstol Pablo. Sin embargo, estrictamente hablando, el autor del libro de Hebreos parece ser anónimo. Las especulaciones han dado lugar a por lo menos trece posibles candidatos autorales, como Lucas, Bernabé, Judas, Esteban, Priscila y Aquila, Apolos, e incluso María, la madre de Jesús.
El punto principal de Hebreos es que Jesús es el Gobernante, quien está sentado a la diestra del Padre (Heb. 8:1). Como Dios, Jesús siempre ha sido el Gobernante del Universo.
Dios prometió a David que de su linaje saldrá un Rey que gobernaría al mundo, librándolo del poder del enemigo (2S. 7:16; Lc. 1:31-32; Ap. 5:5).
Según el libro de Hebreos, ¿cómo se hizo esto? (Hebreos. 1:5-8, 13)
- Dios adoptó a Jesús como su Hijo (Heb. 1:5)
- Presentó a Jesús ante la corte celestial (Heb. 1:6-8)
- Lo entronizó y le dio el poder (Heb. 1:13)
El que gobierna en los cielos es nuestro Salvador. Mide cada aflicción, vigila el fuego del horno que debe probar a cada alma. Cuando las fortificaciones de los reyes caigan derribadas, cuando las flechas de la ira atraviesen los corazones de sus enemigos, su pueblo permanecerá seguro en sus manos (El discurso maestro de Jesucristo, p. 102).
B. Jesús es nuestro mediador.
Dios adoptó a Israel como su hijo y le prometió que habitaría con él y que le daría descanso de sus enemigos (Éx. 4:22; 29:5; Dt. 25:19). A cambio, todo Israel debía ser fiel (Dt. 31:12).
Con el tiempo, estas promesas se traspasaron a la descendencia de David (2S. 7:12-13). Después de todo, era más fácil que una persona fuese fiel, y no que todo el pueblo fuese fiel. El rey, así, representaba al pueblo. Sin embargo, ninguno de los descendientes de David fue completamente fiel (algunos fueron realmente perversos).
La intercesión de Cristo por el hombre en el Santuario celestial es tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, “donde entró por nosotros como precursor Jesús”. Hebreos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario; y allí podemos obtener una comprensión más clara de los misterios de la redención, La salvación del hombre se cumple a un precio infinito para el cielo; el sacrificio hecho corresponde a las más amplias exigencias de la ley de Dios quebrantada. Jesús abrió el camino que lleva al trono del Padre, y por su mediación pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros de todos los que a él se allegan con fe (El conflicto de los siglos, p. 479).
Pero Jesús sí fue perfectamente fiel (Heb. 3:6). Por eso, Jesús es nuestro representante. A través de Jesús, se cumplen todas las promesas que Dios hizo a su pueblo, y es el canal del cual fluye la bendición de Dios.
Lea también:
Los israelitas querían un rey que fuera juez y líder en la batalla porque se olvidaron de que Dios era su rey. La restauración completa del gobierno de Dios sobre su pueblo vino con Jesús. Como nuestro Rey, Jesús nos guía en la batalla contra el enemigo.
El libro de Hebreos presenta a Jesús como nuestro defensor, el que pelea por nosotros (Heb. 2:16).
Todo ser humano es objeto del interés amoroso de Aquel que dio su vida para convertir a los hombres a Dios. Como el pastor de su rebaño, cuida de las almas culpables y desamparadas, expuestas a la aniquilación por los ardides de Satanás (El ministerio de curación, p. 119).
Al igual que David ante Goliat, Jesús batalló con Satanás en lugar del pueblo (1S. 17:8-9). Se vistió la armadura, peleó con el enemigo y ganó la guerra (Is. 59:17; 42:13; Ap. 12:7-9).
Nosotros, como parte de su ejército (la iglesia), también nos ponemos la armadura y luchamos junto a nuestros hermanos y hermanas, dirigidos por nuestro Adalid, las batallas que aún quedan por pelear (Ef. 6:11; Ap. 12:11).
C. Nuestro Sumo Sacerdote.
- Mediar entre Dios y los hombres (Nm. 18:22-23)
- Ofrecer sacrificios para ser perdonados y purificados (Lv. 1:5; 14:31)
- Enseñar la Ley de Dios (Lv. 10:11)
- Bendecir en nombre de Dios (Nm. 6:23-27)
Todas estas funciones fueron asumidas por Jesús cuando Dios le nombró (bajo juramento) sacerdote según el orden de Melquisedec (Heb. 7:21)
La obra de vencer el mal debe ser hecha por la fe. Los que salgan al campo de batalla encontrarán que deben revestirse de toda la armadura de Dios. El escudo de la fe será su defensa, y los habilitará a ser más que vencedores. Ninguna otra cosa tendrá valor sino la fe en Jehová de los ejércitos, y la obediencia a sus órdenes. Los vastos ejércitos pertrechados con todas las otras cosas no tendrán valor alguno en el último gran conflicto. Sin fe, una hueste angélica no podría ayudar. Solamente la fe viva los hará invencibles, y los habilitará para subsistir en el día malo, manteniéndose firmes, inconmovibles, y conservando firme hasta el fin el comienzo de su confianza (Consejos para los maestros, p. 174).
Por ello, ya no tenemos necesidad de sacerdotes terrenales que intercedan por nosotros. Por otra parte, TODOS somos colaboradores de Jesús, “real sacerdocio”, ofreciendo sacrificios de alabanza a Dios (1P. 2:9; Heb. 13:15).
D. Jesús es Mediador de un mejor pacto
Según Hebreos, ¿en qué aspectos el nuevo pacto es mejor que el antiguo?
Antiguo Pacto | Nuevo Pacto |
Santuario terrenal (8:5) | Santuario celestial (8:2) |
Inaugurado con la sangre de animales (9:19-20) | Inaugurado con la sangre de Cristo (9:12) |
Sacrificios que no perfeccionan (10:1) | Sacrificio que perfecciona (9:14) |
Muchos sacrificios (10:1) | Un solo sacrificio (9:26) |
Sacerdotes mortales (7:23) | Sacerdote inmortal (7:24) |
Sacerdotes imperfectos (7:28) | Sacerdote perfecto (7:26) |
Jesús ministra en el verdadero Santuario y nos brinda acceso a Dios. Los sacrificios de animales prefiguraban la muerte de Jesús como un sacrificio en nuestro favor, pero esa sangre no podía limpiar la conciencia. Sin embargo, la muerte de Jesús purifica nuestra conciencia para que podamos acercarnos a Dios con denuedo (Heb. 10:19-22).
La experiencia que sigue a la entrega total de Dios es la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Reflejemos a Jesús, p. 295).
Conclusión
Dios habló de muchas formas diferentes a los padres en el pasado; pero en estos postreros días, él habla mediante el Hijo, quien llegó a ser Heredero de todas las cosas, es el Creador de todas las cosas, es el reflejo y la expresión del ser mismo de Dios, sostiene todas las cosas, consiguió la purificación de los pecados y se sentó a la diestra de Dios. Por lo tanto, Cristo es exaltado y superior a los ángeles, que son espíritus ministradores al servicio de los que heredan la salvación (Heb. 1:14). Además, Cristo acepta la adoración en su Trono a la diestra de Dios. Cristo es nuestro REY.
Me gustaría que me mandaran cada lección al correo electrónico Dios les bendiga
ResponderEliminarClaro que sí. Suscríbase para que le llegue automáticamente. 🙏🏻
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