Después de haber vivido entre los egipcios, cuya religión enseñaba que la salvación se compraba con las obras de manos humanas, Israel perdió de vista quién era Dios en realidad. Creían que la obediencia a Dios era su salvación y que la redención surgía de los méritos propios, no de su relación personal con Dios.
A. Sobre alas de Águila.
Dios mostró su gracia hacia Israel liberándolos de la dura esclavitud, y llevándolos tiernamente hacia una nueva relación de pacto con Él.
Deuteronomio usa dos ejemplos para expresar la manera en que Dios se comportó con Israel:
- Como el águila que lleva a sus polluelos sobre sí hacia las alturas. Desde allí los arroja para que aprendan a volar. Si no lo consiguen, los toma de nuevo sobre sus alas. Deuteronomio 32:10-12.
- Como el padre toma de la mano a su hijo para guiarle y protegerle en el camino. Deuteronomio 1:31.
— Cada uno de nosotros necesitamos que Dios nos guíe tiernamente y nos proteja, hasta alcanzar la plena madurez en nuestra relación con Él.
Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder. Son hojas de aquel árbol que es «para la sanidad de las naciones». Apocalipsis 22:2 (El ministerio de curación, pp. 84, 85).
B. El diseño de la Salvación.
La primera acción que Dios hizo a favor del pueblo de Israel fue redimirlos de la esclavitud (Éxodo 6:6-7).
El redentor era el pariente cercano que recompraba las tierras que la persona había tenido que vender; o pagaba las deudas que había contraído, librándolo de la esclavitud a la que se había tenido que someter.
Cristo es el Redentor comprensivo y compasivo. Él nos dejó su cometido: «Id por todo el mundo». Marcos 16: 15. Todos han de escuchar el mensaje de amonestación. A los que participan en la carrera cristiana les espera un precio del más alto valor. Y los que corren con paciencia recibirán una corona de vida que nunca se marchitará (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 41).
¿Cuál fue el precio que Dios tuvo que pagar para redimir a Israel (y también a nosotros)?
Descendió a este mundo, haciéndose hombre como nosotros, para pagar el precio de nuestro pecado muriendo en la cruz (Juan 6:51; Efesios 1:7).
C. El Pacto en el Sinaí.
En el libro de Éxodo en los capítulos 19 hasta el 24 se muestra cómo se realizó el pacto.
- Dios los llevó hasta el Sinaí y les dio las instrucciones necesarias para prepararse.
- Habló con ellos y les dio la Ley y, posteriormente, mandamientos a través de Moisés.
- El pueblo ratificó el pacto y se comprometió a obedecerlo.
Para que el pueblo comprendiese mejor los términos del pacto y su significado, Dios les pidió que construyesen un santuario para Él (Éxodo 25:8).
Aunque durante los años de servidumbre habían perdido el conocimiento del único Dios verdadero y de su santa ley, sin embargo, Dios se reveló a ellos nuevamente. Entre gran esplendor y majestad suprema, proclamó sus santos preceptos y les mandó obedecer su ley. Los Diez Mandamientos son una transcripción del carácter divino, y son tan inconmovibles como el trono eterno (The Southern Work, pp. 41, 42).
A través de este santuario y los ritos en él realizados, Dios simbolizaba las realidades celestiales: el plan de Redención.
Esta redención iba más allá de la liberación de la esclavitud egipcia. Apuntaba al Mesías que, al morir como morían los animales sacrificados, cargaría nuestro pecado sobre Él.
D. Dios e Israel.
Obediencia.
La obediencia es parte integral del pacto. Aún antes de llegar a Sinaí, el pueblo de Israel tuvo que cooperar con Dios obedeciéndole: untando los dinteles de las puertas, y saliendo de Egipto.
Si para mantenernos en el pacto es necesario obedecer, ¿estamos ganando nuestra salvación a través de nuestra obediencia?
La salvación se obtiene por fe, siendo la obediencia su fruto Romanos. 3:20, 24; Apocalipsis. 14:12.
Obedecer nos eleva espiritual, intelectual y moralmente. Romanos. 7:7. Nuestra obediencia le permite a Dios usarnos en la proclamación del evangelio a todas las naciones.
El Señor vio nuestra condición caída. Vio nuestra necesidad de gracia, y porque amaba nuestras almas, nos ha dado gracia y paz. La gracia significa un favor para alguien que no lo merece, para alguien que está perdido. El hecho de que seamos pecadores, en vez de rechazarnos apartándonos de la misericordia y del amor de Dios, hace que la práctica del amor de Dios sea para nosotros una necesidad positiva a fin de que seamos salvados. Cristo dice: »No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca». Juan 15: 16 (Mensajes selectos, t. 1, pp. 407, 408).
A. Promesas y compromiso.
A pesar de las buenas intenciones del pueblo, ni hicieron todo lo que Dios les dijo, ni obedecieron. Éxodo 24:7. ¿Por qué? Porque basaron su obediencia en su propio esfuerzo. Isaías 64:6.
Pero no es nuestra justicia la que nos salva, sino la justicia de Dios. Cuando por fe aceptamos esto, Él pone en nosotros “tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”. Filipenses 2:13 (NVI).
Aunque la ley es santa, los judíos no podían alcanzar la justicia por sus propios esfuerzos para guardarla. Los discípulos de Cristo debían buscar una justicia diferente de la justicia de los fariseos, si querían entrar en el reino de los cielos. Dios les ofreció, en su Hijo, la justicia perfecta de la ley. Si querían abrir sus corazones para recibir plenamente a Cristo, entonces la vida misma de Dios, su amor, moraría en ellos, transformándolos a su semejanza; así, por el don generoso de Dios, poseerían la justicia exigida por la ley. Pero los fariseos rechazaron a Cristo; «ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia» (Romanos 10:3), no querían someterse a la justicia de Dios (El discurso maestro de Jesucristo, p. 50).
Conclusión
Antes de firmar un contrato, debes leer todos los requisitos y la letra chica. Pero cuando Dios hace un pacto, es muy claro. No hay letra chica ni lectura entre líneas. Sus palabras son una serie de expresiones definitivas; por ejemplo, en Éxodo 6:6 y 7 dice: “Yo os sacaré […] os libraré […] os redimiré […] y os tomaré”.nn
No hay comentarios:
Publicar un comentario