CUIDANDO LAS FINANZAS
“No seas de los que se comprometen y salen fiadores de deudas ajenas” (Proverbios 22:26).
La satisfacción no siempre se consigue al obtener lo que queremos, sino también al darnos cuenta de lo bendecidos que somos por lo que ya tenemos. En otras palabras, no nos sentimos satisfechos porque tenemos todo lo que nos gustaría, sino cuando somos agradecidos por las bendiciones recibidas por Dios.
Quizás alguien pueda pensar: “Me gustaba mi automóvil hasta que vi un modelo más nuevo en la concesionaria”. O también: “Estaba satisfecha con mi ropa hasta que di una vuelta por el centro comercial”. Esto revela que hay personas que nunca están satisfechas, sin importar cuánto tengan.
A veces pensamos que si tuviéramos “solo un poco más”, todo estaría mejor. Sin embargo, nuestra felicidad no puede ser alcanzada por medio de la acumulación de bienes materiales. Eso no quiere decir que tú necesitas abandonar tus sueños y metas, sino que debes contentarte con vivir dentro de tus ingresos a fin de no incurrir en deudas.
Presta atención a los siguientes consejos para lograr la satisfacción financiera:
Primer paso: ¿Hacia dónde va mi dinero? Anota todos los gastos del mes. Separa esos gastos en tres categorías: (1) gastos fijos que no pueden ser evitados (diezmo, ofrenda, alquiler, impuestos, etc.); (2) gastos necesarios, pero que varían de mes en mes (alimentos, agua, electricidad, consultas médicas, combustible, etc.); y (3) gastos no esenciales (entretenimiento, nuevos dispositivos electrónicos, etc.). Al registrar tus gastos, sabrás cómo estás gastando tu dinero.
Segundo paso: ¿Cuáles son mis objetivos? ¿Quieres eliminar tus deudas? ¿Prefieres economizar para gastos futuros como la adquisición de un automóvil, la educación de tus hijos o la jubilación? Establece un objetivo mensual. Por ejemplo, depositar cien dólares en una cuenta de ahorro para la jubilación. Incluye este valor en tu plan de gastos.
Tercer paso: compara tus ingresos con tus gastos. ¿Tienes más ingresos que gastos? Si es así, estás en el camino correcto. ¿Tienes más gastos que ingresos? En ese caso, regresa al primer paso y fíjate en qué puedes cambiar. Tal vez estés gastando de más en cosas superfluas.
Siguiendo estas reglas sabremos hacia dónde se está yendo el dinero; podremos definir el objetivo que queremos alcanzar y tendremos un plan de gastos para asumir el control de nuestras finanzas. El resto depende de ti. Ahora tienes el conocimiento necesario, pídele sabiduría a Dios para tomar buenas decisiones.
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